Montarte la oficina en casa

Si vas a trabajar desde casa de forma total o temporal combinándolo con tu trabajo diario, o simplemente te dan en tu empresa la opción de poder realizar el trabajo desde la comodidad de tu hogar, lo primero que hay que pensar es en poner en marcha una oficina en casa que nos resulte cómoda y útil. Trabajar desde casa puede ser una experiencia muy entretenida y provechosa, o también puede ser escalofriante si es la primera vez que das este paso. Seguramente te encanta la idea de libertad, flexibilidad y la relajada atmósfera que puede tener una oficina puesta en tu propia casa. La simple idea de trabajar en pijama o en pantalones cortos puede ser algo que ni siquiera nos habíamos planteado nunca.

Lo cierto es que trabajar desde casa es algo que cambia totalmente el sentido del trabajo en si. Yo llevo ya algunos años realizando todo mi trabajo desde mi casa, y difícilmente podría volver a acostumbrarme a estar en una oficina normal con todo lo que eso conlleva. De todos modos, si no lo hacemos bien, puede ser frustrante. Por ello se debe poner todo de forma correcta y siguiendo algunas reglas básicas que tendremos que seguir. Dichas reglas están puestas basadas en la situación en la que estás, lo que mejor puede funcionar para ti, y el tipo de trabajo que vas a realizar. Por supuesto, en este último punto daremos por hecho que te vas a dedicar al marketing en casa, aunque si se trata de otro tipo de actividad, algunos puntos pueden variar.

Lo primero es seleccionar el sitio donde vamos a trabajar en casa y poner todo en marcha. Lo mejor es elegir un sitio especial de la casa en el que nos sintamos cómodos y que tenga una buena iluminación. Por supuesto, debe ser un sitio donde los ruidos externos no nos molesten ni interrumpan. Hay que minimizar las distracciones que están en nuestras inmediaciones, como por ejemplo la televisión, paso de personas, video consola, etc. Esto no significa que podamos tener música a un volumen razonable, ya sea con nuestro equipo de música o el propio ordenador.

Hay que empezar a organizarse en la habitación que hayamos elegido. La mesa debe ser espaciosa para que quepa sin problemas nuestro ordenador, impresora, papeles y documentos, y por supuesto, nuestra taza de café (esto último no es imprescindible). Una vez que lo tengamos puesto en marcha, lo mejor es ponernos nosotros mismos un horario, flexible por supuesto, pero con unas horas definidas. El horario debe estar pensado de tal forma que combine con nuestros ciclos más productivos. Todo el mundo tiene un momento del día donde trabaja más y mejor. Debemos encontrar el nuestro y priorizar esta hora en cuestión (siempre que tengamos control sobre nuestro horario).

Nos podemos poner algunas reglas, como por ejemplo los momentos de descanso o algún momento de la jornada para salir de casa a dar una vuelta o ir al gimnasio durante una hora. Otra regla es no dejarnos llevar demasiado por la tentación de navegar por Internet en cosas que no estén relacionadas con la actividad que estemos haciendo. Ya se que esto es algo difícil, y aun hoy, yo sigo rompiendo esta regla y me encuentro viendo cosas por Internet que no tienen nada que ver con lo que estoy haciendo. De todos modos, hay que hacer un pequeño esfuerzo para no dejarnos llevar demasiado.

También debemos imponernos una hora de finalización de nuestras tareas. Cuando trabajamos desde casa, es fácil perder la noción del tiempo y es frecuente encontrarnos a las 23:30 o más tarde, totalmente inmersos en el trabajo. Se trata de disfrutar del trabajo y sentirnos bien, no volvernos unos adictos al trabajo. Por supuesto, el trabajar en casa motiva mucho y más si trabajamos para nosotros mismos, pero debemos recordar que la adicción al trabajo es mucho más elevada entre las personas que trabajan desde casa.

Trabajar en casa también puede ser un motivo de aislamiento. Debemos tener cuidado con esto y obligarnos a socializar como lo haríamos normalmente. La mayoría de la gente no tendrá problemas con este punto, pero estar tantas horas solo en nuestra oficina casera nos puede aislar de nuestras actividades sociales. En jornadas intensas de trabajo, nos podemos encontrar fácilmente trabajando 10 horas sin decir una palabra. En este tipo de jornadas, haz descansos para hablar con la familia o haz alguna llamada para hablar con tus amistades.